Torre Céspedes

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Torre Céspedes

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Torre Céspedes

Es una joya arquitectónica ubicada en el parque del actual Club Social Jesús María. A simple vista, su aspecto de pequeño castillo y sus detalles de inspiración árabe cautivan. Cada ángulo de su fachada ofrece una nueva perspectiva, pensada para ser admirada desde todos los puntos.

Gabriel Céspedes —abogado, periodista, empresario y ex intendente de Jesús María (1910-1918)— fue el creador de esta singular construcción. Entre 1896 y 1898, dio forma a un espacio que combina elegancia, visión y modernidad para su época. La Torre refleja el espíritu de una ciudad que, a fines del siglo XIX y comienzos del XX, era elegida por familias acomodadas como lugar de descanso y recreación.

Céspedes imaginó este lugar como un sitio de encuentro familiar, pensado para el disfrute, el ocio y la desconexión.

Inspirada en las torres de homenaje francesas, la Torre Céspedes adopta una estética europea con influencias medievales. En España, este tipo de construcciones evolucionaron hacia espacios recreativos conocidos como casinos o torres de placer. Lejos de su origen militar, Céspedes reinterpretó el concepto para crear un entorno lúdico y sofisticado.

Un lugar de encuentro

Durante varias décadas, la Torre fue protagonista de la vida social jesusmariense. Bailes, conciertos, desfiles de moda y exposiciones culturales llenaban de elegancia sus salones. Con el tiempo, su función cambió: pasó a ser un espacio recreativo para los socios del club. La falta de mantenimiento provocó su cierre en 1993, iniciando un período de abandono.

En 2005, comenzó un ambicioso proceso de restauración que busca devolverle el esplendor original y recuperar su valor como símbolo histórico y cultural de la ciudad.

Hoy, la Torre Céspedes se ha transformado en uno de los espacios más visitados y valorados de Jesús María. El recorrido incluye sus dos plantas, el parque circundante y una arquitectura única en el país. Cada detalle cuenta una historia y revela la visión de quien la pensó como un refugio para la belleza y la celebración de la vida.

A pocos metros, los antiguos baños subterráneos o “baños turcos” complementan el paseo. También construidos a fines del siglo XIX, ofrecían un espacio fresco para el descanso durante los calurosos veranos, aprovechando las vertientes naturales del río Guanusacate.